
Una nación inmersa en un régimen de terror absoluto auspiciado por un Estado fascista hace parte de la visión futurista que Warner BROS. Pictures presenta de Inglaterra.
Esta co – producción británico – alemana se basa en una novela gráfica creada por Alan Moore, donde un misterioso anarquista revolucionario apodado “V” oculta su identidad tras la máscara de un conspirador inglés del siglo XVI llamado Guy Fawles.
Según la tradición oral Fawles tenía por objetivo destruir el Parlamento inglés para acabar con las persecuciones religiosas contra católicos y poner fin a la tiranía del gobierno de Jacobo I.
Arrestado el 5 de noviembre de 1605 se niega a delatar a sus cómplices y es ahorcado, destripado y descuartizado. Desde entonces se conmemora en Inglaterra «la conspiración de la pólvora», se venden máscaras de Fawkes en todo el país y se prende fuego a muñecos del conspirador o “Guys”.
Es precisamente de esta forma como se da inicio a la película, con una reseña histórica que ubica al espectador dentro del contexto de la trama, una realidad ficticia opuesta a los parámetros de una sociedad ideal.
Dirigida en 2005 por James McTeigue, el filme expone la vida dentro de una sociedad opresiva y discriminante con un héroe enmascarado, interpretado por el actor australiano Hugo Weaving, que retoma el espíritu de esa rebelión fallida y promete consumar la conspiración emprendida por Fawles mediante una violenta campaña anarquista contra la tiranía cruel y corrupta.
Definitivamente un personaje en extremo complejo, carismático e ilustrado, de refinado gusto, amante del arte, experto en técnicas de combate y engaño. Un protagonista oscuro y polifacético, por un lado extravagante, tierno e intelectual y por el otro solitario, amargado y violento marcado por una sed de venganza personal.
Su encuentro con Evey, una tranquila joven de clase trabajadora interpretada por la actriz estadounidense de origen israelí Natalie Portman, marca el rumbo de su vida y el desenlace de la historia.
Los intensos y cambiantes lazos afectivos que entablan estos dos protagonistas confieren a la película una riqueza de contrastes que alimentan el suspenso y la imprevisibilidad.
La temática central de la historia obliga al guión a realizar fuertes alusiones políticas e ideológicas sin que se pierda la expectativa, la emoción, el suspenso, el drama humano. ¿Cómo lo logra? El filme hábilmente entabla un diálogo comunicativo con el público, apelando a sus emociones y temores a través de los personajes y una propuesta estética particular, fría y sobria, acorde con el drama que se vive a cada instante.
Es interesante el vestuario, en particular la máscara del personaje principal, pues tiene una carga simbólica importante y cumple una doble función: V la usa para ocultar su identidad y reforzar la creencia de que un hombre puede ser vencido, pero sus ideas perdurarán para siempre.
V representa entonces la verdad, la resistencia y el individualismo. Pero su sed de venganza echa a perder su idealismo político.
¿Por qué ver esta película?
Nos previene de los grandes peligros que envuelve la corrupción, el control y la represión por parte del Estado, a la vez que señala los riesgos de la manipulación de la información, la discriminación y el extremismo, tanto en el caso de un gobierno que abusa de su poder como en el de un individuo que toma la justicia por su cuenta.
Es una película de acción dinámica que permite profundizar en ideas complejas tales como la responsabilidad del poder que se delega y qué medios son adecuados para acabar con la tiranía. Un tema de reflexión muy pertinente en la actualidad, donde las naciones se vuelcan cada vez más hacia prácticas políticas opresivas.
Esta co – producción británico – alemana se basa en una novela gráfica creada por Alan Moore, donde un misterioso anarquista revolucionario apodado “V” oculta su identidad tras la máscara de un conspirador inglés del siglo XVI llamado Guy Fawles.
Según la tradición oral Fawles tenía por objetivo destruir el Parlamento inglés para acabar con las persecuciones religiosas contra católicos y poner fin a la tiranía del gobierno de Jacobo I.
Arrestado el 5 de noviembre de 1605 se niega a delatar a sus cómplices y es ahorcado, destripado y descuartizado. Desde entonces se conmemora en Inglaterra «la conspiración de la pólvora», se venden máscaras de Fawkes en todo el país y se prende fuego a muñecos del conspirador o “Guys”.
Es precisamente de esta forma como se da inicio a la película, con una reseña histórica que ubica al espectador dentro del contexto de la trama, una realidad ficticia opuesta a los parámetros de una sociedad ideal.
Dirigida en 2005 por James McTeigue, el filme expone la vida dentro de una sociedad opresiva y discriminante con un héroe enmascarado, interpretado por el actor australiano Hugo Weaving, que retoma el espíritu de esa rebelión fallida y promete consumar la conspiración emprendida por Fawles mediante una violenta campaña anarquista contra la tiranía cruel y corrupta.
Definitivamente un personaje en extremo complejo, carismático e ilustrado, de refinado gusto, amante del arte, experto en técnicas de combate y engaño. Un protagonista oscuro y polifacético, por un lado extravagante, tierno e intelectual y por el otro solitario, amargado y violento marcado por una sed de venganza personal.
Su encuentro con Evey, una tranquila joven de clase trabajadora interpretada por la actriz estadounidense de origen israelí Natalie Portman, marca el rumbo de su vida y el desenlace de la historia.
Los intensos y cambiantes lazos afectivos que entablan estos dos protagonistas confieren a la película una riqueza de contrastes que alimentan el suspenso y la imprevisibilidad.
La temática central de la historia obliga al guión a realizar fuertes alusiones políticas e ideológicas sin que se pierda la expectativa, la emoción, el suspenso, el drama humano. ¿Cómo lo logra? El filme hábilmente entabla un diálogo comunicativo con el público, apelando a sus emociones y temores a través de los personajes y una propuesta estética particular, fría y sobria, acorde con el drama que se vive a cada instante.
Es interesante el vestuario, en particular la máscara del personaje principal, pues tiene una carga simbólica importante y cumple una doble función: V la usa para ocultar su identidad y reforzar la creencia de que un hombre puede ser vencido, pero sus ideas perdurarán para siempre.
V representa entonces la verdad, la resistencia y el individualismo. Pero su sed de venganza echa a perder su idealismo político.
¿Por qué ver esta película?
Nos previene de los grandes peligros que envuelve la corrupción, el control y la represión por parte del Estado, a la vez que señala los riesgos de la manipulación de la información, la discriminación y el extremismo, tanto en el caso de un gobierno que abusa de su poder como en el de un individuo que toma la justicia por su cuenta.
Es una película de acción dinámica que permite profundizar en ideas complejas tales como la responsabilidad del poder que se delega y qué medios son adecuados para acabar con la tiranía. Un tema de reflexión muy pertinente en la actualidad, donde las naciones se vuelcan cada vez más hacia prácticas políticas opresivas.
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